El Gato y la Luna

Hay un gato que a veces se sienta en mi ventana y no me deja ver lo que está pasando afuera. Es café caramelo y cuando le da el Sol brilla dorado. Sus ojos son siempre grises, pero a veces verdosos y a veces azulados. He notado que combina sus zapatos con el color que sus ojos tengan ese día. Le he visto pares (o mejor dicho cuartetos) rosas chillones; azules y verdes agrios; blancos con estampados cubistas y unos negros con la punta a cuadros pintados con marcador. Me distraigo observándolo siempre que se pone en mi ventana, así que trato de intimidarlo mirándolo fijo a los ojos para que se vaya. Pero sólo consigo que me mire de vuelta un largo rato mientras crece en mí la sensación de que quiere que lo deje entrar. Así que con calma me acerco para abrirle la ventana. Y en el momento que quito el pestillo salta como rayo a quién sabe dónde y desaparece. No entiendo qué es lo que me pide ni qué es lo que quiere conmigo. Quizá sólo le parezco una visión interesante de observar, aunque me siento muy narcisista pensando así. Quién sabe, tal vez sólo le interese su reflejo en mi ventana. Es una relación extraña y amorfa la que llevamos el gato y yo, si a caso se puede decir que exista una. Pero debe existir. Después de todo nos vemos todos los días y aún si sólo nos ignoramos el uno al otro seguimos compartiendo una ventana, aunque sea por lados opuestos. Me pregunto qué querrá conmigo o mi ventana, claro: eso me lo pregunto todos los días. Pero también me pregunto si tendrá nombre; si tendrá dueño; si será macho o hembra; si tendrá compañero gatuno o hijitos. Me pregunto cómo será su voz; cómo se comportará cuando no está conmigo; si es feliz o miserable; si prefiere la cama o el suelo; si es amable o barbaján. Quisiera saber si puede leer y escribir; si le gusta; si le gustaría leer mi poesía; si me escribiría alguna. Me intriga mucho ese gato y eso es una molestia: en cuanto se aparece en mi ventana no puedo pensar en nada más. Solamente me imagino constantemente cómo sería tenerlo en mi casa para siempre. Supongo que se aburriría. Después de todo, yo mismo preferiría estar en ese lado de la ventana.

[R!2X]